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Beneficios de leer este tipo de cuentos a su hijo (a).
Permite desarrollar la memoria.
Aumentar su vocabulario. es decir, es bueno para que los niños aprendan palabras nuevas en especial si se les dificulta pronunciarlas bien.
Adelantarse a los hechos antes de terminar de leer el
cuento.
Esto le aportara seguridad y entusiasmo por participar
en las actividades de la escuela o el kínder.
Había una vez una Cucarachita Mandinga que estaba
barriendo las gradas de la puerta de su casita, y se encontró un cinco.
–¿Si compro un cinco de colorete? –No, porque no me
luche.(luce).
¿Si compro un sombrero? –No, porque no me luche. ¿Si
compro unos aretes? –No, porque no me luche. ¿Si compro un cinco de cintas?
–Sí, porque sí me luchen.
Y se fue para las tiendas y compró un cinco de cintas;
vino y se bañó, se empolvó, se peinó de pelo suelto, se puso un lazo en la
cabeza y se fue a pasear a la Calle de la Estación. Allí buscó asiento.
Pasó un toro y viéndola tan compuesta, le dijo:
–Cucarachita Mandinga, ¿te querés casar conmigo?
La Cucarachita le contestó: — ¿Y cómo hacés de noche?
–¡Mu….mu……..!
La Cucarachita se tapó los oídos:
–No, porque me chutás.(asustás)
Pasó un perro e hizo la misma proposición.
–Y cómo hacés de noche? –le preguntó la Cucarachita.
–No, porque me chutás.
Pasó un gallo: –Cucarachita Mandinga, ¿te querés casar
conmigo?
–¿Y cómo hacés de noche?
–¡Qui qui ri quí!….
–No, porque me chutás.
A la Cucarachita se le fueron los ojos al verlo:
Parecía un figurín, porque andaba de leva, tirolé y
bastón.
Se acercó a la Cucarachita y le dijo con mil monadas:
–Cucarachita Mandinga, ¿te querés casar conmigo?
–¿Y cómo hacés de noche?
–¡I, i, iii…!
A la Cucarachita le agradó aquel ruidito, se levantó
de su asiento y se fueron de bracete.
Se casaron y hubo una gran parranda.
Al día siguiente la Cucarachita, que era muy mujer de
su casa, estaba arriba desde que comenzaron las claras del día poniéndolo todo
en su lugar.
Después de almuerzo puso al fuego una gran olla de
arroz con leche, cogió dos tinajas que colocó una sobre la cabeza y otra en el
cuadril, y se fue por agua.
Antes de salir dijo a su marido: –Véame el fuego y
cuidadito con golosear en esa olla de arroz con leche.
Pero apenas hubo salido su esposa, el Ratón Pérez le
pasó el picaporte a la puerta y se fue a curiosear en la olla. Metió una manita
y le sacó al punto: –¡Carachas! ¡Que me quemo!
–Metió la otra: ¡Carachas! ¡Que me quemo! –Metió una
pata: –¡Carachas! ¡Que me quemo! –Metió la otra pata y salió bailando de dolor:
–¡Demontres de arroz con leche, para estar pelando! –Pero como eran muchas las
ganas de golosear, acercó un banco al fuego y se subió a él para mirar dentro
de la olla…!
El arroz estaba hierve que hierve, y como la
Cucarachita le había puesto queso en polvo y unas astillitas de canela, salía
un olor que convidaba.
Ratón pérez no pudo resistir y se inclinó para meter
las narices entre aquel vaho que olía a gloria. Pero el pobre se resbaló…. y
cayó dentro de la olla.
Volvió la Cucarachita y se encontró con la puerta
atrancada. Tuvo que ir a hablarle a un carpintero para que viniera a abrirla.
Cuando entró, el corazón le avisaba que había pasado una desgracia. Se puso a
buscar a su marido por todos los rincones. Le dieron ganas de asomarse a la
olla de arroz con leche…. y ¡Va viendo! … a su esposo bailando en aquel caldo.
La pobre se puso como loca y daba unos gritos que se
oían en toda la cuadra. Los vecinos la consideraban, sobre todo al pensar que
estaba tan recién casada. Mandó a traer un buen ataúd, metió dentro de él al
difunto y lo colocó en media sala. Ella se sentó a llorar en el quicio de la
puerta.
Pasó una palomita que le preguntó:
--Cucarachita
Mandinga
¿por qué
estás tan triste?
La Cucarachita le respondió:
--Porque
Ratón Pérez
se cayó
entre la olla,
y la
Cucarachita Mandinga
lo gime y
lo llora.
La palomita le dijo:
--Pues yo
por ser palomita
me cortaré
una alita.
Llegó la palomita al palomar que al verla sin una
alita ,
Le preguntó: –Palomita, ¿por qué te cortaste una alita?
Le preguntó: –Palomita, ¿por qué te cortaste una alita?
--Porque
Ratón Pérez
se cayó
entre la olla,
y la
Cucarachita Mandinga
lo gime y
lo llora ...
Y yo por
ser palomita
me corté
una alita.
Entonces el palomar dijo:
--Pues yo
por ser palomar
me quitaré
el alar.
Pasó la reina y le preguntó:
–Palomar, ¿por qué te quitaste el alar?
–Porque Ratón Pérez
se cayó entre la olla,
Y la Cucarachita Mandinga
lo gime y lo llora …
Y la palomita se cortó una alita …
Y yo por ser palomar
me quité mi alar.
La reina dijo:
--Pues yo
por ser reina,
Me cortaré
una pierna.
Llegó la reina renqueando donde el rey, que le
preguntó:
–Reina, ¿por qué te cortaste una pierna?
--Porque
Ratón Pérez
se cayó
entre la olla,
y la
Cucarachita Mandinga
lo gime y
lo llora ...
Y la
palomita
se cortó
una alita,
el palomar
se quitó
su alar,
y yo por
ser reina,
me corté
una pierna.
El rey dijo:
--Pues yo
por ser rey,
me quitaré
mi corona.
Pasó el rey sin corona por donde el río, que le
preguntó:
–Rey, ¿por qué vas sin corona?
--Porque
Ratón Pérez
se cayó
entre la olla,
y la
Cucarachita Mandinga
lo gime y
lo llora ...
Y la
palomita
se cortó
una alita,
el palomar
se quitó
su alar,
la reina
se cortó
una pierna,
y yo por
ser rey,
me quité
la corona.
El río dijo:
--Pues yo
por ser río,
me tiraré
a secar.
Llegaron unas negras al río a llenar sus cántaros y al
verlo seco, le preguntaron:
–Río, ¿por qué estás seco?
se cayó en
la olla,
y la
Cucarachita Mandinga
lo gime y
lo llora...
Y la
palomita
se cortó
una alita,
el palomar
se quitó
su alar,
la reina
se cortó
una pierna,
el rey
se quitó
su corona
y yo por
ser río,
me tiré a
secar...
–Pues nosotras por ser negras, quebramos los cántaros.
Pasaba un viejito, quien al ver a las negras quebrar
sus cántaros, les preguntó:
–¿Por qué quebráis los cántaros?
--Porque
Ratón Pérez
se cayó
entre la olla,
y la
Cucarachita Mandinga
lo gime y
lo llora...
Y la
palomita
se cortó
una alita,
el palomar
se quitó
su alar,
la reina
se cortó
una pierna,
el rey
se quitó
la corona,
el río
se tiró a
secar
y nosotras
por ser negras,
quebramos
los cántaros.
El viejito dijo:
me
degollaré.
Y se degolló.
Entre tanto llegó la hora del entierro.
La Cucarachita quiso que fuera bien rumboso e hizo
venir músicos que iban detrás del ataúd tocando. Los violines y los violones
decían:
--¡Por
jartón, por jartón,
por jartón
se cayó
entre la olla!
Y me meto por un huequito y me salgo por otro para que
ustedes me cuenten otro.
Luego de leer el cuanto a su hijo por favor accede a
la siguiente dirección:
http://www.sinabi.go.cr/trivia/index.aspx
Referencia
bibliográfica
Teatro en círculo. (2013). La cucarachita Mandinga
[imagen]. Recuperado de:
http://teatroencirculo.org/la-cucarachita-mandinga/
http://teatroencirculo.org/la-cucarachita-mandinga/
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